Pedalear en el frío: la inteligencia, como fuente de calor

Al igual que todos los años para esta época, la charla con Ariel Sabatella, fotógrafo de este medio, es la misma. A mí me gusta el frío, a él no. Y a pesar de que intento tentarlo con compartir algún viajecito invernal, no lo logro. Pero lo que sí he logrado es que me pida estas líneas, este año encarando el tema desde otro lado.

El calor lo generamos nosotros
Lo primero a saber es que la ropa llamada térmica no genera calor sino que son muy buenas contenedoras del mismo. Sabiendo eso, tenemos que entender que lo único que genera calor somos nosotros mismos. En el caso de los guantes, si no movemos los dedos es imposible que las manos después de un rato no se enfríen y lo mismo sucede con los pies. Siempre hay que recordar que el calor lo genera el cuerpo con el movimiento.

También hay que entender que la ropa que usamos para abrigarnos durante el ejercicio no es la misma que usamos para después del ejercicio, porque el calor corporal es menor. Por eso es importante llevar en la alforja una tercera piel, adecuada para usar después de pedalear. Esta sería una que tenga más abrigo que la que usamos durante el pedaleo. Y nunca está de más llevar una primera piel (esas remeras térmicas de tela sintética que se usan bien ajustadas al cuerpo) de repuesto por si cuando terminamos de pedalear estamos transpirados.

Prohibido transpirar
El sentido común lo tenemos que aplicar antes de comenzar a transpirar, para evitar así estar mojados. Un truco que anda muy bien es que cuando arrancamos las primeras pedaleadas tengamos la primera piel metida dentro de la calza y/o pantalón y a medida que vamos entrando en calor la vamos sacando. De esta manera vamos a poder manejar el calor corporal que generamos. En suma: no tendríamos que llegar a transpirar.

Síntomas de hipotermia
Otro factor que puede estar presente en nuestras salidas en climas fríos son los primeros síntomas de la hipotermia, que si no los reconocemos nos arriesgamos a pasarla mal. Los primeros síntomas se deben a la puesta en marcha de los mecanismos de defensa del cuerpo para mantener caliente los órganos vitales. Aparecen escalofríos, piel de gallina, aumenta el gasto calórico por los temblores y el aumento de la frecuencia respiratoria y cardíaca. Otro síntoma es la somnolencia en momentos de descanso.
Algo importante a la hora de descansar, si nos tenemos que sentar en el suelo o en una piedra, es utilizar algún tipo de aislante para evitar estar en contacto con el frío del suelo, que muchas veces no nos damos cuenta pero hace que perdamos rápidamente temperatura corporal.

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